El estudio de las Revoluciones Liberales,lideradas éstas por la francesa de 1789,y la Revolución Industrial,ambas responsables de sustanciales transformaciones de las estructuras políticas,sociales,ideológicas y económicas,nos proporciona las bases con las que comprender la Historia Contemporánea.
La Revolución Industrial consagró el sistema capitalista y supuso la intervención transformadora de la ciencia y la tecnología tanto en el sistema productivo como en la vida cotidiana de las personas.El mundo en el que vivimos actualmente no es sino el resultado de una evolución contínua del surgido entonces.
España
durante el siglo XIX vive,desde el punto de vista político,la
progresiva decadencia del Antigüo Régimen y el convulso asentamiento
del liberalismo en un proceso que parece anunciar la fatal Guerra Civil
que marcaría el país en la centuria siguiente;en el ámbito de lo
económico el atraso de la industrialización,consecuencia de una
confluencia de factores arrancados en la época de los Austrias, y que el
reformismo Borbón del XVIII no pudo corregir,situará a España en una
posición marginal de la geopolítica mundial de la que aún hoy en día
nos resentimos.
El Imperialismo,consecuencia directa de la Revolución Industrial y las necesidades del capitalismo,significó el engrandecimiento territorial de Europa,a la par que su empequeñecimiento moral, y la imposición de la cultura occidental en los territorios coloniales asiáticos y africanos.
La I Guerra Mundial,que puso fin a los viejos imperios europeos y dió inicio a la carrera de EE.UU hacia la hegemonía mundial,y la Revolución Rusa,concreción fallida de los ideales proletarios marxistas,fueron el traumático inicio del siglo XX.Todo lo que aconteció después es consecuencia de ambos hechos históricos.
La Gran Depresión de los 30 y el trunfo de los Totalitarismos,con el paisaje de fondo de la "amenaza" de la Revolución Rusa y el comunismo,nos enfrenta a una Europa oscura que veía derrumbarse los valores racionalistas tradicionales de su civilización y preparaba el terreno para el mayor enfrentamiento bélico de la historia.
Marcada por algunos de los episodios más miserables de la historia de la humanidad,como el genocidio nazi,las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki o el bombardeo gratuito de civiles en Londres o Dresde,la II Guerra Mundial fue la culminación de unos ideales totalitarios que la debilitada democracia no supo parar.
La división en dos bloques tras la II Guerra Mundial,el comunista y el capitalista,enfrentados en un conflicto que se dió en llamar Guerra Fría,dejó el futuro de la Humanidad en manos de la URSS y EEUU,quienes difundieron sus diferencias por todo el Mundo e hiceron peligrar el futuro de éste.La Descolonización,movimiento liberador del dominio imperialista europeo que respondía a legítimas aspiraciones nacionalistasen,sumó sus propias tensiones en un complicado panorama internacional.
Una fallida II República acabó sus días con una penosa Guerra Civil que dejó como legado una terrible situación económica, un periodo de 40 años de Dictadura,el Franquismo, y el vacío intelectual por el exilio de miles de españoles.La Transición democrática posterior,lastrada por el atraso económico,el terrorismo y la difícil reconciliación,terminó por imponerse y España llega al siglo XXI con un aceptable grado de normalización.
La caída del bloque comunista tras la Perestroika resolvió el problema de la Guerra Fría y el siglo XX cerró ese lamentable episodio de la Edad Contemporánea.El siglo XXI sin embargo se abre con una serie de problemas que la Humanidad debería afrontar de modo conjunto puesto que sus dimensiones y gravedad trascienden las fronteras y los egoistas intereses nacionales: la Globalización,el Subdesarrollo,el deterioro del Medio Ambiente y la Marginación de la Mujer.
La Historia es una necesidad individual y colectiva.Por una parte,como individuos,nos ayuda a situarnos en el espacio y en el tiempo y a darle a nuestra existencia una perspectiva y una dimensión auténticamente humanas;desde un punto de vista colectivo la Historia nos hace seres culturales,conscientes de que el ser humano es capaz de lo miserable y de lo sublime y de que,inevitablemente,nosotros somos partícipes de ello.Somos Historia y su estudio,por tanto,no es una cuestión simplemente académica,sino que debe ser una exigencia personal cuyo objetivo último sea una formación integral imprescindible para comprender nuestra identidad.
Sapere aude.
Francisco Javier Díaz Rengel.Jefe del Departamento de Geografía e Historia.
